LA DESLOCALIZACIÓN

España y los países que llamábamos “desarrollados” (hasta ahora), están sufriendo las consecuencias de sus propios actos.

¿Y de qué actos se trata?

Pues sencillamente la búsqueda y maximización de los beneficios de las empresas, que ha guiado a muchísimas de ellas a deslocalizar sus centros de producción, llevándolos a países donde los costes de mano de obra y normativas laborales eran muy inferiores a los de sus propios países de origen, logrando a corto plazo unos beneficios mucho mayores.

El problema es que este aumento de beneficios aumentaba la avidez por los mismos, cayendo en la avaricia, y bajando por tanto levemente los precios de los productos elaborados al comercializarlos en el primer mundo para así vender más.

Como consecuencia…, otros competidores del propios país desarrollado, destino de los productos, se veían obligados a tener que llevar también sus centros de producción a países con menores costes laborales, transformándose en un círculo vicioso, en un ciclo que se retroalimenta a sí mismo.

Este deterioro paulatino de los sistemas de producción de los primeros países, este desmantelamiento literal de fábricas y de centros de producción en países como por ejemplo España o Grecia, trae como consecuencia un enorme aumento de la tasa de paro, y como nueva consecuencia una bajada drástica del consumo. Una situación que nuevamente lleva a retroalimentar a la propia crisis, y a un empobrecimiento lento y paulatino de la población de clase media.

La solución a corto plazo consistiría en cerrar las fronteras a los productos fabricados en terceros países, si no respetan unos mínimos en cuanto a condiciones laborales de las personas empleadas para producirlos, y si no se les obliga a respetar las mismas normas que rigen en Europa sobre calidad de los productos y de respeto por el medio ambiente.

La hipocresía de los gobernantes es controlar las normas de calidad y de seguridad sólo de los productos «mediáticos» allí elaborados, pero no las normas laborales, de protección de la dignidad de las personas y del medio ambiente (todas ellas de mayor impacto en los beneficios que las de seguridad o calidad «televisivas»).

Descartado por tanto que los gobiernos de España y Europa vayan a intervenir, ¿Qué nos queda por hacer a los ciudadanos que sufrimos todas estas consecuencias?

La respuesta es clara. Empobrecernos en un primer momento y bajar nuestros salarios hasta que el coste del transporte desde estos países emergentes ya no sea tan interesante para los empresarios. Sólo de esta forma el tejido industrial y de producción volverá a regenerarse en España, por ejemplo (aunque no en pocos años).

¿Y qué podemos hacer en segundo lugar y a corto plazo para combatir esta invasión de los productos de bajo coste laboral?, pues claramente trabajar mucho más de lo que hasta ahora veníamos haciendo para mantener nuestro poder adquisitivo. Pasar de las 7 horas (reales) a las 10 ó 12 horas de trabajo efectivo, y para ello el único modelo posible es el de los americanos, es decir, prácticamente toda la población debe convertirse en autónoma, porque al autónomo nadie le regula sus horas de trabajo ni lo que debe cobrar por ello.

Además al ser autónomos, las horas que trabajemos quedan en nuestro propio beneficio, y la inteligencia que le pongamos para mejorar nuestros productos o servicios, quedan también en nuestro propio hogar, y no en las manos de los empresarios que nos contraten por cuenta ajena como asalariados.

 

En resumen y después de toda esta introducción, ¿Qué puede hacer el agricultor y ganadero de cara a un futuro inmediato?…, pues trabajar y trabajar mucho más de lo que ya hacía hasta ahora, aunque utilizando constantemente su sentido común y su inteligencia, es decir, pensando globalmente en la realidad de las necesidades de las diferentes poblaciones del planeta, y en los acontecimientos futuros que intuya puedan venir.

Por ejemplo:

1º.- El transporte de productos perecederos no es tan sencillo desde países subdesarrollados. Hay un deterioro de dichos productos elevado, y los medios de conservación refrigerados y empaquetado de los productos los encarecen. Sin embargo hay productos que sí se prestan a una transformación industrial y a un empaquetado duradero, por lo que debemos huir de su siembra.

2º.- Estos productos perecederos del tercer mundo tienen un problema de calidad frente a los producidos por nosotros, y hay que utilizarlo y resaltarlo como ventaja a la hora de vender los nuestros en España o Europa.

3º.- El transporte de ganado vivo por mar también tiene un sobrecoste por bienestar animal (instalaciones caras) y por pérdidas de animales durante el transporte por estrés (hasta 3 cambios en medios de transporte: Camión-barco-camión). Frente a estos problemas nosotros tenemos una ventaja importante que debemos aprovechar, y es que podemos criarlos muy cerca del lugar de consumo en buenas condiciones de bienestar animal.

4º.- Países en vías de desarrollo como Argentina o Brasil, han empezado a consumir ellos mismos carne de ternera, como consecuencia han dejado de exportar a los países árabes. Esta oportunidad debe aprovecharla España y exportar carne de vacuno a dichos países árabes.

5º.- China empieza a cambiar su dieta, y se espera que en los próximos años la carne se encarezca en todo el mundo porque no serán autosuficientes ni de lejos. Debemos por tanto posicionarnos e invertir en instalaciones industrializadas de producción de carne de cualquier tipo: Ave, cerdo, ternera, etc.

La deslocalización y el desarrollo de los países emergentes, tiene como consecuencia estas ventajas también para nosotros, por lo que debemos pensar en ellas y prever nuestro futuro como agricultor o ganadero.

Las naves en automontaje presentan o resumen muy bien todas estas ventajas competitivas en los tiempos actuales:

  • Menor coste de inversión en plena crisis económica.
  • Excedente de tiempo, o aumento de nuestras horas de trabajo, dedicados a su montaje.
  • Alternativamente, contratación de personas desempleadas (sin necesidad de especialización) para su montaje, y a unos costes mucho más bajos que hace unos años.
  • Mejora en resumen de nuestra explotación ganadera o agrícola de cara a un futuro cercano, un escenario que consistirá en un aumento de la exportación a Europa, a países árabes, a China, o incluso orientado al propio consumo de España, ya que la importación desde los países en vías de desarrollo va disminuyendo poco a poco debido a su propio aumento del consumo o del nivel de vida.
  • Ciertamente la única forma de competir contra otros compañeros agricultores o ganaderos es planteándonos nuestras explotaciones como explotaciones industriales para lograr un bajo coste y no como explotaciones agrarias clásicas. Hay que tecnificarse y modernizarse si queremos ser más competitivos que los demás competidores, tanto en calidad como en precios.

Como conclusión a este artículo, podemos afirmar que las naves galvanizadas atornilladas para automontaje, se presentan como una solución económica en la situación actual de crisis generalizada, y como muy competitivas de cara a un futuro cercano de aumento de ventas y exportaciones, todo ello siempre que nos modernicemos frente a otros agricultores y ganaderos más conservadores o más clásicos de nuestro entorno.

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